Wednesday 17 November 2010

bank station



Que es lo que tienen los bancos que los hace tan tediosos, uno no va al banco con la emocion previa como con la que va al cine, no es tampoco como ir a un parque a volar un papalote, es mas bien la penosa espera, el simple hecho de saber que debemos ir al banco nos exige ocho kilos de paciencia; el banco es, seguramente donde más nos damos cuenta de cuán valioso es nuestro tiempo, podemos perderlo en mil y una cosas pero cuando se demoran los trabajadores bancarios, esa es otra cosa mariposa.

Tenemos la sensacion de que hemos tirado 40 minutos de nuestra valiosa vida formados en una linea de completos desconocidos quizá con solo un factor en común al momento: Dinero

Asi que en esos 40 minutos nos sentimos atrapados, tratamos de entretener nuestra inquieta mente mirando a todos lados, suerte tenemos si algún cliente molesto hace algo lo suficiente interesante como para atraer nuestra atención y escuchar de otra boca las palabras altisonantes, que por voz propia morimos por decir... Sin querer, nuestros ojos comienzan a observar mas allá de lo que hubieramos esperado, sin querer leemos desinteresadamente todos los folletos, nos enteramos de cada una de las diferentes cuentas bancarias que podriamos obtener, bajo la promesa de una mejor calidad de vida económica a cambio de nuestra valiosa firma, claro pero que buena idea abrir una cuenta bancaria más para duplicar el tiempo de espera en la fila la próxima vez...

Ahora que me encuentro atrapada en esta linea de unknown people, tengo el tiempo suficiente para mirar el tipo de calzado que porta cada uno de los desesperados clientes, tengo oidos suficientes para escuchar conversaciones absurdas, tiempo incluso para observar la maravilla de las relaciones públicas, aqui uno consigue charlar facilmente con sus contiguos bajo el tópico de quejas bancarias, ahora mismo dos personajes delante de mi dialogan de la incompetencia del personal, cuentan con su dedo indice la penosa cantidad de tres personas atendiendo un banco contra la alarmante cantidad de 30 clientes en espera, esto es un juego de paciencia, gracias a la impaciencia de algunos la fila se acorta de vez en vez. Eso es, Los indignados se retiran bociferando palabras altisonantes y yo, cliente formada respiro profundo y trato de pensar que esto es,
de alguna manera una enseñanza ZEN.

Miro cómo todos nos miramos, como nos entretenemos en esta audiovisual experiencia donde las maquinas digitan cantidades, los sellos atestiguan transacciones, los celulares suenan y los relojes son los más concurridos.
Mientras, el mundo sucede afuera.

Y en cuanto menos lo espero, la penosa espera ha terminado.

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